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lunes, 24 de septiembre de 2012

III Edición 102 km. Madrid-Segovia

Concentración en Plaza de Castilla
Mucho ambiente en Plaza de Castilla donde comienza la prueba, un café con churros a prueba de bombas, hay que ir cargando el estomago, luego nos hará falta de todo y tenemos que aprovechar, nos vamos a la zona 0 bajo las torres KIO, unos estiran, otros calientan, olores de todo tipo sobre todo a Reflex y a vaselina, tenemos una mañana fresca, eso es muy bueno hay que elegir entre largo o corto, mallas o pantalón, manga corta o larga, si hiciera calor no habría dudas. Sacamos las cremas y pasamos los pies por ellas, tanta crema que no se si entrará el calcetín.
Preparando los pies
 Aparece Jose Luis con sus amigos de Madrid, una pareja que ya estuvo en las LXVII millas romanas y ya han hecho algunas pruebas juntos, luego aparece Miguel que ha venido por su cuenta, todos esperamos nerviosos el comienzo.
Los fieras de mis compañeros
Yo, a ritmo cubano
 Anna es una de las coordinadoras de la prueba, se sube a un altillo, saca un papel y nos lee las 504 cosas que están prohibidas, no se si podré acordarme de todas, se oyen algunos silbidos aunque al final se convierten en aplausos.
A por ellos
 Se da la salida, los primeros salen como balas, los del montón nos lo tomamos con calma, muchas risas al inicio de la prueba, se oyen gritos de ánimo de familiares y amigos que se encuentran en el inicio, algunos andaluces como siempre contando chascarrillos aunque poco a poco se van desinflando conforme pasan los kilómetros.
 Pasamos Fuencarral y el Paseo de las Alamedillas desde donde arrancamos el año pasado, este año lo han alargado un par de kilómetros más, 100 sabían a poco, enseguida encuentro compañía, un novato, es la primera vez que hace una prueba de este tipo y le hace mucha ilusión terminar, es madrileño y tiene un club de buceo, no se cual es el mar que le cae mas cerca.
Mi primer compañero de fatiga
 Pasamos la parroquia Divina Pastora, situada en una casa prefabricada, pensaba que la crisis no le afectaba a la iglesia.
Parroquia Divina Pastora
Poco a poco las torres de la plaza de Castilla se van perdiendo cuando echamos la vista atrás.
Sobre las 11:10 llegamos a Tres Cantos, primer puesto de control, a mi compañero de marcha lo está esperando su novia y su perro, creo que es el famoso perro de la lotería, ese que a desertado con el décimo premiado, va a parar un momento a saludarlos, hace mas de dos horas que no los ve, yo continuo, dice que me cogerá en un descenso próximo.
La verdad es que no le volví a ver el pelo y en solitario llego al polideportivo Lorenzo Rico de Colmenar Viejo es el km. 26,8, no se nota nada la cara, pero la subida hasta el cementerio de Colmenar ha costado lo suyo, parece que no voy cansado pero ya voy notando el esfuerzo, tomo un poco de sandía y paro dos minutos, lo justo y necesario para sacar el móvil, ponerme los cascos y a escuchar música.
Polideportivo de Colmenar
 Desciendo por un camino irregular situado entre muros de piedra, cruzo con algunos ciclistas que suben penando, ha cambiado completamente el día y hace un calor bochornoso, insoportable que nos hace sudar en cantidad. Llego al Puente medieval, pido algo sólido en el puesto de control, alguna galleta y un trozo de ensaimada, hago un pequeño descanso de cinco minutos, he liquidado un tercio de la prueba.
Animando a los carredores
 A la salida, unos chavales portan una pancarta animando a su madre que se encuentra en mitad de este grupo de gente variopinta sobre todo, locos y zumbados que no tenemos otra cosa que hacer que ir de Madrid a Segovia a pie y en menos de 24 horas.
Al fondo La Maliciosa
 Al fondo se ve La Maliciosa en la sierra de Guadarrama,  al subir a un alto vemos el Yelmo antes de  voltear y dirigirnos a Manzanares el Real. Descendemos por un sendero entre encinas, entre las casas de Manzanares se divisa el castillo de Mendoza, a la derecha de nuestro camino el embalse de Santillana. Al llegar a las primeras casas me llama Paco Corado, uno de mi grupo que ha pasado Mataelpino, va dos horas delante de mí, voy a tener que apretar porque si no me van a dejar en un ridículo espantoso, no hay quien pueda con la gente joven, así que como unos mini bocatas de jamón, mucha isotónica para combatir el exceso de gasto de sales y minerales por culpa del calor y adelante.
Llevo un calentón en la planta del pie, creo que va a salirme una ampolla, la enemiga número uno del caminante, no quiero pensar en ella pero poco a poco voy notando su efecto. Mucho ambiente en este tramo, al pasar por una zona de recreo con una ermita, la gente me invita a tomar agua en una fuente donde mojo mi gorra y mi cabeza.
Ya se nota la cara de demacrao
 Llego a Mataelpino, los de protección civil no dan abastos reventando ampollas, paso a que vean la mia, no me la pueden reventar porque ya la había reventado yo, me ponen un parche y a continuar, es casi el ecuador de la prueba el km. 49,4 y a la salida veo a una pareja, ella va muy bien pero el va muy mal, acaba de vomitar y no recupera, paro un momento junto a ellos y les doy una bolsa de suero para que la mezclen con el agua ya que vomita todo el sólido, me despido y les deseo buena suerte. Un poco más adelante alcanzo a Cheloraing, es un apodo, un chaval de Madrid que se dedica a la espeleología y a las carreras urbanas, nos acoplamos al ritmo y subimos juntos hasta el pinar de La Barranca es el km. 57,9, descanso un poco y me quito las zapatillas para airear los pies y darle largas a los chinatos que se han colado y que me estaban fastidiando los pies.
Un poco de arroz en Cercedilla
 Cheloraing y yo llegamos a Cercedilla en el km. 64,4 se ha hecho de noche, como un poco de arroz y un par de plátanos, hago un cambio general de ropa porque comienza a refrescar y a partir de aquí tenemos 15 kilómetros de subida hasta los 1.800 m. del puerto de la Fuenfría,
Control de la Calzada Romana
Caminando por el Gr 10
 me han salido ampollas en el pie izquierdo y veo las estrellas cuando piso alguna piedra afilada. A la salida de la zona urbana de Cercedilla comienza la subida, primero llegamos al puesto de control de la Calzada Romana y subiendo, subiendo hasta el Alto de la Fuenfría. Reponemos con un par de madalenas y más isotónicas que acabo aborreciendo.
Alto de la Fuenfría con Cheloraing
 Hemos pasado lo mas duro, o eso pensaba yo, comenzamos el descenso por la cara norte de la sierra entre un bonito pinar, pero a mi compañero en el descenso le da una pájara y a pesar de ser un tipo duro tiene las piernas como traviesas, cada cien metros hay que pararnos, Cheli toma glucosa para recargar los músculos de azúcar, este tramo se hace interminable, tres horas y media para hacer 11 kilómetros en bajada, creo que no va a llegar y estamos en el km. 91, el último puesto de control antes de Segovia, en la Cruz de la Gallega. Saco mi botiquín y tomamos un antiinflamatorio, mi espalda junto a la ampolla que me recorre todo el 42 de mi pie me van matando, Cheli hace estiramientos para poder seguir, Segovia se ve al fondo, tan cerca y a la vez tan lejos.
Cheloraing, hay que partir, viene el tío del gorro por detrás que viene haciendo de escoba, si nos coge nos descalificarán. Hacemos el gran esfuerzo y salimos, colocamos las ampollas en su sitio y avanzamos, despacio pero avanzamos, el ritmo es muy lento y comienza a pasarnos gente que huye del tío del gorro.
Los antiinflamatorios han hecho su efecto y avanzamos lentos pero seguros, vemos que Segovia se acerca a nosotros, entramos por las primeras calles, lo mas divertido son los tres últimos kilómetros callejeando por la ciudad, en descenso hacia el acueducto donde se encuentra el último control. A Chelo le espera su novia embarazada a pesar de ser las siete de la mañana, no ha dormido por esperarle y verle llegar, a mi me sirvió su novia para darle ánimos y decirle que no podía defraudarla que tenía que llegar sí o sí.
Hemos llegado a meta
 Y llegó, llegamos mejor dicho, 102 km. entre Madrid y Segovia, mis compañeros han llegado bastante antes que yo, enhorabuena por ellos, creo que Miguel se retiró en Mataelpino, el resto lo ha completado satisfactoriamente, ahora, a pensar en la próxima.
Junto al acueducto

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