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jueves, 6 de enero de 2011

A un galgo anonimo

La verdad es que las lluvias de este invierno y al mismo tiempo el que las temperaturas no sean muy frias hacen que Extremadura  se encuentre en un momento álgido en cuanto a belleza, sobre todo en el tema paisajístico, cuando trabajo, disfruto en estas fechas, los ríos corren con gran cantidad de agua, arroyos desbordados, el campo totalmente verde, la niebla entre los alcornoques, gran cantidad de animales desplazándose de un sitio a otro: zorros, meloncillos etc. Las ovejas degustan las frescas hojas de la recién nacida hierba, las cigüeñas que vuelven a los nidos de todos los años, algunas de ellas ni siquiera se han marchado, se encuentran a gusto en esta tierra donde el frío ya no es excesivo, recuerdo de pequeño cuando iba a la escuela pisando los charcos helados, ahora es difícil que los mismos charcos de agua se congelen. Las grandes manadas de gruyas se desplazan a los comederos al son de los ruidosos graznidos, algunos buitres revolotean en lo alto como vigías protegiendo a un grupo más numeroso que devora algún animal muerto en la dehesa, pero también se ve gran cantidad de perros abandonados que buscan por el campo algo que llevarse a la boca, sobre todo galgos que son abandonados por los cazadores cuando ya no resultan rentables, también se ve alguno colgado de alguna rama como agradecimiento a los servicios cumplidos meses atrás.

Voy conduciendo un tren entre Mérida y Aljucén, es de noche y me parece ver una oveja cerca de la vía, debo tener cuidado porque dentro de media hora tengo que volver aunque ya será de día y puedo estar al tanto, no quiero atropellarla, no quiero hacerle daño y a la vez no quiero que me lo haga a mí, a veces estos arrollamientos producen graves desperfectos.
A la vuelta paso despacio por el punto kilométrico para evitar la oveja, pero no es una oveja, en una alambrada de espinos se encuentra enganchado un galgo por una de las patas de atrás, el animal debió dar el salto de noche y no ver las puas de la alambrada, tiene la cabeza baja y sangra, debe de llevar bastante tiempo y creo que ha desistido en su intento de salvarse ha debido comprobar que cuanto más tiraba, mas desgarraba su carne, no puedo parar e intento pensar como solucionar el problema del anónimo galgo. Al llegar a Aljucén tengo unos momentos para debatir con el jefe de estación como ayudar al perro, la verdad que como le demos mucho tiempo el animal no resistirá. Detrás de mi va a circular una vagoneta de vías y obras, el jefe de estación se pone en contacto con el conductor de la vagoneta dándole el punto de referencia, al llegar a él la vagoneta para y el conductor y otros agentes que viajan en ella  se bajan junto al animal, uno le sujeta la cabeza y la boca mientras otro corta la alambre que tiene enganchada la pata hasta conseguir liberarlo, el perro no sabe como agradecerlo y se va detrás de sus salvadores, la vagoneta reanuda la marcha y el perro va quedando atrás hasta que se pierde de vista, por hoy ha tenido suerte.

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